Palabras de espiritualidad

Sobre la importancia de concentrarse al orar

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Pídele a Dios que te ayude, ensimismándote cuando ores.

Con la boca puedes repetir salmos, acatistos y cánones, así como aquella breve oración que te mencioné antes. Sin embargo, suele suceder, al orar con la boca, que nuestra mente se nos va a otro sitio. Por eso, lo mejor es concentrarse bien, esforzarse. Si no lo consigues a la primera, inténtalo nuevamente, repitiendo la oración. Repítela, pero arrepentido por haber permitido que tu mente divagara. Pídele a Dios que te ayude, ensimismándote cuando ores. Insisto, concéntrate al orar, sea que leas algún salmo, sea que hagas la paráclesis a la Madre del Señor o el Canon a tu ángel custodio.

Si logras concentrarte, el provecho que obtendrás al orar será uno muy grande. Pero, debido a que nuestra mente se enfría, al terminar de orar somos exactamente los mismos que antes de empezar a hacerlo. Por eso, te suplico, si no consigues concentrarte, repite tu oración. Una, dos, tres, cuatro veces... porque la oración que pronunciamos con desatención es nula. Dios no responde a esas oraciones, porque le hablamos solamente con nuestra boca, mientras que “con el corazón están lejos de Mí”, como dice Jesús.

Así pues, la oración debe ser sentida, pensada, vivida, sea que la pronuncies en voz alta, sea que la hagas en silencio. Recuerda que cada oración tiene como propósito llevarnos a ese lugar en el que Dios mora en cada uno de nosotros. El Señor dice: “el Reino de Dios está en ustedes”. Y el Santo Apóstol Pablo dice que somos “templos del Espíritu Santo.

(Traducido de: Ne vorbeşte Părintele Sofian Boghiu, Editura Vânători, Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 70)