Solamente cerca de Dios el alma encuentra sosiego
Las personas que le ofrecen todo a Dios, incluso a sí mismas, se hallan bajo Su amparo y son protegidas por Su Divina Providencia. Así, haciéndose hijos Suyos, los hombres pueden ayudar de mejor manera a este infortunado mundo, con sus oraciones.
Los hombres valientes no le temen a la muerte. Es por eso que se afanan con grandeza de alma y renuncia a sí mismos. Y, con la muerte siempre a la vista y pensando diariamente en ella, se preparan extraordinariamente en lo espiritual y trabajan con un coraje aún mayor. Así es como vencen lo intrascendente y viven, desde ya, en la eternidad, en medio de una gran alegría celestial.
No esperemos que lo trivial del mundo salga con facilidad de nuestro interior, mientras nos siga gustando hallarnos en lo vacío de lo terrenal.
Cuando nos alejamos del mundo, también nuestra mente se aparta fácilmente de él y busca acercarse cada vez más a Dios.
Cuando nuestra mente comienza a alzarse continuamente a Dios, muchas veces no sólo olvida su residencia física, sino también de su habitación espiritual, es decir, el cuerpo de barro.
Las personas que le ofrecen todo a Dios, incluso a sí mismas, se hallan bajo Su amparo y son protegidas por Su Divina Providencia. Así, haciéndose hijos Suyos, los hombres pueden ayudar de mejor manera a este infortunado mundo, con sus oraciones. Y con la luz que reciben de Dios, pueden aconsejar correctamente a los demás para que también se acerquen a Dios y encuentren la salvación, la felicidad y la paz en sus almas, porque sólo cerca de Dios el alma encuentra sosiego.
(Traducido de: Sfântul Cuvios Paisie Aghioritul, Epistole, Editura Evanghelismos, pp. 174-175)