Solo hace falta ser humildes...
El perdón no requiere esfuerzo ni trabajo. Lo único que se necesita es ser humildes. Recibiremos el perdón de nuestros incontables pecados, si también nosotros le otorgamos el perdón a nuestro hermano.
En este mundo no hay nadie que esté libre de pecado; todos somos pecadores, todos somos culpables de algo, y cargamos sobre nosotros el peso de los pecados que nos hicieron caer, porque no hemos sabido estar atentos a nuestras pasiones y debilidades. ¡Todos necesitamos recibir el perdón de Dios! Pero, para poder recibir el cambio, el perdón y la reconciliación con Dios, tenemos que cumplir aquellas palabras del Evangelio: "Si perdonáis a los otros sus pecados, también vuestro Padre que está en los Cielos os perdonará los vuestros". En otras palabras, no recibiremos el perdón de Dios, en absoluto, si no perdonamos de corazón a nuestros semejantes.
El perdón no requiere esfuerzo ni trabajo. Lo único que se necesita es ser humildes. Recibiremos el perdón de nuestros incontables pecados, si también nosotros le otorgamos el perdón a nuestro hermano.
Hijos míos, en la medida de nuestras posibilidades, perdonemos de todo corazón, para que también Dios nos perdone a nosotros. En esto consiste el pacto entre Dios y el hombre, el “contrato” entre el Creador y la criatura. Perdonando con todo el corazón a nuestros semejantes, también nosotros seremos perdonados por Dios.
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Pr. Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, p. 91)