Tenemos que revestirnos con Cristo, el Señor
¡Acerquémonos al Evangelio, amados hermanos, y veámonos en Él como en un espejo!
¡Acerquémonos al Evangelio, amados hermanos, y veámonos en Él como en un espejo! Después, despojémonos de los ropajes viejos con los que nos ha cubierto el pecado y ataviémonos con el manto que Dios Mismo nos ha preparado. Esa vestidura es Cristo: “Los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo”. (Gálatas 3,27). Ese manto es, también, el Espíritu Santo: “Seréis revestidos de la fuerza de lo alto” (Lucas 24, 29), dijo el Señor. Los cristianos se revisten con las virtudes de Cristo, por obra del Espíritu Santo. El cristiano sabe que puede portar esa vestimenta. “Revestíos de Jesucristo, el Señor, y no busquéis satisfacer los apetitos del cuerpo” (Romanos 13, 14), dice el Apóstol.
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Experienţe ascetice, vol.I, Editura Sofia, p.130)