Palabras de espiritualidad

Tener el valor suficiente para perdonar

  • Foto: Valentina Birgaoanu

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Si, sabiendo esto, decimos “quisiera perdonar, pero no puedo”, no seremos dignos de presentarnos ante Dios con una oración de perdón.

A menudo, aunque disculpamos alguna ofensa, en lo profundo de nuestra alma seguimos alimentando cierta reticencia hacia la persona que nos hizo aquel mal. En semejantes casos, tendríamos que esperar lo que nos dice el Señor: “con la medida con que midáis se os medirá” (Mateo 7,2). Si, sabiendo esto, decimos “quisiera perdonar, pero no puedo”, no seremos dignos de presentarnos ante Dios con una oración de perdón. Mejor dejemos la oración, dejemos lo que estemos haciendo y corramos a reconciliaros completanemente y en todo con aquellos con quienes estamos confrontados. Sólo después volvamos presentarnos ante Dios. Evitemos que el Señor nos diga también a nosotros: “Siervo malvado, Yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu semejante, del mismo modo que Yo me compadecí de ti?” (Mateo 18, 32-33). No olvidemos que seremos perdonados en la misma medida en que hayamos perdonado. Solamente el poder de la Cruz del Señor nos puede librar del rencor y el resentimiento, dándonos la posibilidad de perdonar tal como Él perdona, “Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación” (II Corintios 5, 19).

(Traducido de: Fiecare zi, un dar al lui Dumnezeu: 366 cuvinte de folos pentru toate zilele anului, Editura Sophia, p. 181)