Un breve consejo sobre la forma en que debemos orar
La oración debe hacerse con el corazón, con fe, acompañada del ayuno y varias postraciones, según las posiblidades de cada quien, con perseverancia y mucha humildad, como dice el profeta David: “Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz!” (Salmos 129, 1).
La oración debe hacerse con el corazón, con fe, acompañada del ayuno y varias postraciones, según las posiblidades de cada quien, con perseverancia y mucha humildad, como dice el profeta David: “Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz!” (Salmos 129, 1). Y en otro lugar dice: “Dios no desprecia un corazón contrito y humilde” (Salmos 50, 18). Y después agrega: “me he humillado y me he salvado” (Salmos 114, 6).
Es un pecado muy grave jactarnos de nuestra oración y nuestras buenas acciones, porque perdemos toda retribución divina, y Dios se aparta de nosotros.
(Traducido de: Arhimandritul loanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în familie și societate II, Ediția a III-a, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători Neamț, 2010, p. 104)