Palabras de espiritualidad

Un breve relato para despertarnos de la dejadez

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

Translation and adaptation:

El monje se quedó atónito, sin saber qué hacer o qué decir. Había sido la voluntad de Dios la que había permitido que aquella mujer le dijera esas cosas.

Hubo una vez un monje que cayó en tal nivel de desidia, que dejó de cumplir por completo con su canon de oraciones y obediencia... hasta que se le ocurrió que lo mejor era volver al mundo. Así, regresó a su lugar natal, Cefalonia, a donde se sabe que van muchos endemoniados, esperando un milagro de San Gerásimo. Así, dirigiéndose a venerar las reliquias del santo, se encontró en el camino con una mujer endemoniada, que le dijo: “¿Sabes qué es lo que tienes en tu mano? ¡Ah... si lo supieras, necio de ti! ¡Si supieras cómo me arde ese cordón de oración, el mismo que portas por costumbre, por rutina!”. El monje se quedó atónito, sin saber qué hacer o qué decir. Había sido la voluntad de Dios la que había permitido que aquella mujer le dijera esas cosas. Inmediatamente, despertó. Dios lo iluminó y se dijo, en su interior: “¡Sí, necio de mí, lo que estoy haciendo! ¡Tengo en mi mano el arma más poderosa, pero no soy capaz de vencer un demonio! ¡Y no sólo no logro alejarlo, sino que me dejo llevar a donde él quiere! ¡Dios mío, cuánto he pecado!”. E inmediatamente tomó el camino de regreso al monasterio.

(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovnicești, traducere de Preot Victor Manolache, Editura Egumenița, Galați, 2012, pp. 45-46)