Un cuerpo mustio no le sirve a los demonios
Si una pesada ave no puede alzarse a los cielos, tampoco puede hacerlo aquel que se alimenta con desmesura y se somete a los deseos de su cuerpo.
Así como la serpiente no puede despojarse de su piel vieja, si no es atravesando alguna rendija angosta, de igual manera no es posible apartar las pasiones que nos dominan y renovar nuestra alma, desvistiéndonos del hombre viejo, si no atravesamos el estrecho y difícil camino del ayuno y la humillación.
Si una pesada ave no puede alzarse a los cielos, tampoco puede hacerlo aquel que se alimenta con desmesura y se somete a los deseos de su cuerpo.
El fango seco no le agrada a los cerdos. Un cuerpo mustio no le sirve a los demonios.
Al igual que una brazada de astillas, si es arrojada al fuego, ahoga la llama y provoca una humareda, así también la tristeza exagerada ahúma el alma y seca el agua de las lágrimas.
Así como un arquero ciego es inútil, así también el discípulo desobediente se encamina a su propia perdición.
Así como el acero templado ayuda a moldear y afilar otros metales que aún no lo están, así también el monje devoto puede ayudar a la salvación de otro que es negligente.
De la misma forma en que el huevo de un pájaro, incubado en el nido, trae una nueva vida, así también los pensamientos secretos se llenan de vida y se convierten en acciones.
(Traducido de: Sfântul Ioan Scărarul, Cartea despre nevoinţe, în Filocalia IX, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2002, p. 352)