Un ejemplo de fervor
“Cuando puse la mano en la cerradura para quitar la llave, me acordé de lo que quería consultarte antes, padre, así que dejé la llave en su lugar y vine corriendo…”
Un día, cuando era joven, el abbá Pimeno fue a visitar a un conocido stárets, para preguntarle tres cosas. Pero, al llegar, notó que se le había olvidado una de ellas, así que solamente le consultó sobre las otras dos. Cuando, horas más tarde, regresó a su celda, al abrir la puerta se acordó de la tercera pregunta que quería hacerle al stárets, así que corrió a buscarlo otra vez. Al verlo llegar resollando, el anciano le dijo: “¡Vaya si tienes prisa, hermano!”. Y el abbá le contestó: “Cuando puse la mano en la cerradura para quitar la llave, me acordé de lo que quería consultarte antes, padre, así que dejé la llave en su lugar y vine corriendo, a pesar de la enorme distancia que tuve que recorrer por segunda vez en este día”. Entonces, dijo el anciano: “Pimeno, pastor angélico (en griego, Pimeno significa “pastor”), tu nombre será conocido en todo Egipto”.
(Traducido de: Everghetinosul, vol. 1-2, traducere de Ștefan Voronca, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 90)