Un llamado que nos hace el Señor a ser perseverantes y guardar la fe
Si el hombre se preocupa por trabajar su salvación, es imposible que no lo consiga. Dios no lo abandonará en la adversidad y el peligro.
Cualquier acción que tenga como propósito la salvación de las almas, se verá, desde su mismo inicio, sometida a toda clase de ataques. En el mismo instante en que Cristo vino al mundo, brotó la ira de Herodes. También tú, si en algún momento te haces digno de servirle a Dios de cualquier manera, tendrás que soportar muchas cosas, porque te verás sometido a toda clase de aflicciones. Que nada de eso te sorprenda. Que nada de eso te aturda. No te digas a ti mismo: “Yo cumplo con la voluntad de Dios… ¡tendría que ser encomiado y premiado por mi lealtad! Entonces, ¿por qué me toca sufrir tanto?”.
Acuérdate de que Cristo fue perseguido, hasta que le dieron muerte. Él Mismo nos previno: “Si a Mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15, 20). Pero también nos dejó una promesa: “El que persevere hasta el fin, se salvará” (Mateo 10, 22). Si el hombre se preocupa por trabajar su salvación, es imposible que no lo consiga. Dios no lo abandonará en la adversidad y el peligro. ¿Qué le dijo el Señor a Pedro? "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder cribaros como el trigo, pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe” (Lucas 22, 31-32).
(Traducido de: Sfântul Ierarh Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Editura Egumenița, Galați, p. 22)