Un llamado a vivir como verdaderos cristianos
Si vivimos así, estaremos haciéndonos agradables a Dios y se nos darán las bondades eternas.
Que nadie se envanezca ante su hermano, porque al orgulloso lo aborrece Dios y también lo aborrecen sus semejantes. Que nadie cometa actos impíos, con el cuerpo o con el alma; que nadie coma a escondidas, que nadie mienta. Que nadie murmure contra su hermano, que nadie reprenda al otro sin motivo alguno. Que nadie permanezca ocioso, y que todos busquen la menor oportunidad para enmendarse. Hermanos, que nadie difame, que nadie busque enemistarse con los demás, que nadie siembre intriga y confusión, que ninguno sea un hipócrita o un perezoso. Al contrario, hijos míos, sigamos siempre el camino de Dios. Seamos humildes y equilibrados, acostumbrados a doblar la cerviz en señal de humildad y sumisión. Seamos obedientes y alegres, rechazando la insolencia y amándonos los unos a los otros, sin ardid alguno. Si vivimos así, estaremos haciéndonos agradables a Dios y se nos darán las bondades eternas.
(Traducido de: Sfântul Teodor Studitul, Cuvântări duhovnicești, Editura Episcopia Alba Iulia, Alba Iulia, 1994, p. 73)