Un poco de paciencia puede dar grandes frutos
Es mejor sentirte tú acongojado, que apesadumbrar a los demás.
Padre, ¿qué es mejor? ¿Hablar de un pesar que tengo, o guardármelo para mí?
—Si por amor prefieres callar, para no afligir a los demás, conservarás tu paz interior. Tu misma adversidad te servirá para recibir la bendición de Dios. Es mejor sentirte tú acongojado, que apesadumbrar a los demás.
Me acuerdo que, una noche, volví muy tarde a mi celda, después de haber participado en la procesión del Monasterio Kutlumusion. Me sentía muy cansado y me dolía fuertemente la espalda. Cuando llegué a la skete, vi que afuera me estaba esperando un anciano de unos ochenta y cinco años. Me dijo que quería pernoctar con nosotros. Había dejado su valija varios metros más abajo, porque era grande y pesada, y no podía traerla hasta las celdas. Después de que le expliqué que no podía quedarse a dormir conmigo, fui a buscar la valija y, poniéndomela sobre la espalda, la llevé a la casa de huéspedes, que queda a una media hora cuesta arriba. Le di también un poco de dinero para sus gastos. A pesar del esfuerzo realizado, casi inmediatamente me sentí descansado, porque también el anciano había encontrado descanso con nosotros.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Editura Evanghelismos, București, 2007, p. 292)