La humildad, si hablamos desde la etimología rusa de la palabra, tiene como raíz la palabra “mir”, que puede ser traducida como “mundo” o “paz”. La humildad empieza en el momento en el que entramos en el estado de una paz interior, de una reconciliación con Dios, con nuestra conciencia y con aquellos cuyo juicio expresa el de Dios. Es, luego, una reconciliación, un volver a la paz. Al mismo tiempo, es reconciliarse con todas las circunstancias de esta vida; es el estado del hombre que, pase lo que pase, acepta todo, porque sabe que viene de la mano de Dios.

Traducido de: Despre întâlnirea cu Dumnezeu, Antonie Bloom, Mitropolitul Surojului, Ed. Cathisma, București, 2007, p. 69