Palabras de espiritualidad

Una práctica vital para todo cristiano

  • Foto: Constantin Comici

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Es una lástima que ya no conozcamos el poder del Salterio, la belleza espiritual de los Salmos.

Actualmente, pocos laicos, incluso pocos monjes leen el Salterio. ¿Cuál es el propósito y el beneficio de leer los Salmos?

—Nuestros padres leían todos los días el Salterio, como si fuera una oración continua. Algunos de ellos incluso se lo sabían de memoria y lo recitaban en voz baja al trabajar o al caminar. Hoy en día, son pocos los fieles que conocen siquiera el Salmo 50. Es una lástima que ya no conozcamos el poder del Salterio, la belleza espiritual de los Salmos. En otros tiempos se recitaban con determinada entonación o se cantaban, imitando a los santos ángeles. Pero no debemos olvidar que la lectura de los Salmos es el cuerpo de la oración, y el profundo significado de los Salmos es el alma de la oración. Y el cuerpo sin alma está muerto. Es decir, leer los Salmos sin poner atención y sin meditar en ellos es una práctica que da muy pocos frutos.

Algunos fieles dicen que no leen el Salterio porque esto implica tener que enfrentar muchas tentaciones. ¿Por qué las personas le temen a la lectura de los Salmos?

—Le temen a leer los Salmos porque quien ora con ellos quema a los demonios como con una espada de fuego. El Salterio tiene un gran poder contra los espíritus malignos. Con él, los Pädres de la antigüedad obraban milagros y expulsaban demonios. Y si algunos, hoy, no leen el Salterio por temor a las tentaciones, son unos cristianos temerosos, que quieren salir a luchar contra los demonios sin llevar armas consigo. Pero si no llevamos buenas armas con nosotros, el maligno nos someterá de inmediato y nos hará prisioneros, es decir, nos convertirá en esclavos del pecado para nuestra condenación. El Salterio, unido al ayuno y la humildad, es el arma más poderosa contra los demonios. Con el Salterio, los santos expulsaban a los demonios del mundo y lograban que los ángeles descendieran a la tierra. Porque quien lee el Salterio imita a los ángeles y canta con ellos.

(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Părintele Paisie Duhovnicul, Editura Trinitas, Iași, 2003, pp. 24-25)