Palabras de espiritualidad

Una razón fundamental para no juzgar a nuestros semejantes

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“¡Levántate, Dios te ha perdonado! ¡Pero de hoy en adelante evita juzgar a tus hermanos, sabiendo que eso es algo que le corresponde solamente a Él!”.

Una vez, hallándose de visita en un monasterio, el abbá Isaac de Tebaida vio a un monje pecar y, en ese mismo instante, lo juzgó y lo condenó con su mente. Poco después, al volver al desierto, un ángel del Señor se le apareció y se apostó frente a la puerta de su celda, diciéndole: “No te dejaré entrar aquí”. El anciano le preguntó: “¿Por qué?”. Y el ángel dijo: “Dios Mismo me envió, al decir estas palabras: Pregúntale al anciano Isaac qué debo hacer con el alma de aquel monje que pecó, y a quien él juzgó con severidad”. Arrepentido, el anciano cayó de rodillas y clamó: “¡He pecado! ¡Perdóname!”. El ángel le respondió: “¡Levántate, Dios te ha perdonado! ¡Pero de hoy en adelante evita juzgar a tus hermanos, sabiendo que eso es algo que le corresponde solamente a Él!”.

(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, pp. 125-126)