Una vez más, ¿qué hacer con la imaginación al orar?
Es mejor concentrarnos en pensar solamente en Dios, en lo que Él es.
«Me consultas sobre la oración. He encontrado en (los textos de) los Padres que, cuando oramos, debemos apartar todas las imágenes de nuestra cabeza. Yo así me esmero en hacerlo, concentrándome en permanecer en el convencimiento de que Dios está en todas partes y que también esta aquí, en donde estoy yo, en donde están mi mente y mis sentidos. No siempre consigo librarme de todas las imágenes, pero observo que van desapareciendo cada vez más. Con certeza llegará el momento en que desaparecerán totalmente.
En las oraciones escritas hay muchas imágenes de la figura de Dios. Así, juzgando a partir de ellas, tendríamos que presuponer que, teniendo semejantes imágenes, no estamreos errando. Pero es mejor concentrarnos en pensar solamente en Dios, en lo que Él es. Cuando aflora la oración del corazón, todas aquellas imágenes desaparecen, y sólo nuestra percepción queda en pie. La oración con la mente es lenta para apartarse de las imágenes y retratos. ¡Pero el esfuerzo todo lo logra!».
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Editura Egumenița, 2008, p. 137)