Velar y estar atentos…
El pecado y quien se vale de él, es decir, el maligno, se infiltran silenciosamente en la mente y el corazón. Por eso, el hombre debe velar todo el tiempo, para poder reconocer la llegada de sus enemigos invisibles.
Los mandamientos de Cristo no fueron dados únicamente para el hombre exterior, sino especialmente para el hombre interior; ellos abarcan todos los pensamientos y sentimientos del hombre, incluso sus movimientos más sutiles. Guardar esos mandamientos es imposible si no velamos incansablemente y si no nos concentramos en nuestro trabajo espiritual.
La vigilia y la atención a lo que hacemos son cosas imposibles para aquel que vive de forma desordenada. El pecado y quien se vale de él, es decir, el maligno, se infiltran silenciosamente en la mente y el corazón. Por eso, el hombre debe velar todo el tiempo, para poder reconocer la llegada de sus enemigos invisibles. Pero ¿cómo podría hacerlo, si se distrae de lo más importante?
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Cuvinte către cei care vor să se mântuiască, Traducere de Adrian si Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2000, p. 43)