¡Hemos olvidado la contraseña!
En medio de toda esa atmósfera, un chico de unos 17 años permanece absorto durante un buen rato, con los ojos fijos en la pantalla de su teléfono...
El Encuentro Internacional de los Jóvenes —ITO (por sus siglas en rumano), celebrado en 2017, en la ciudad de Iași— trajo a la capital de Moldova (Rumanía) miles de jóvenes provenientes de 32 países. Tratar de entender todo lo que sucedió en esos casi 4 días resulta una empresa difícil. Miles de diálogos tuvieron lugar, miles de interacciones entre los participantes, así como miles de pensamientos, de acontecimientos, de relatos, de emociones, de vivencias, de fotografías, de intercambios de direcciones…
En medio de toda esa atmósfera, un chico de unos 17 años permanece absorto durante un buen rato, con los ojos fijos en la pantalla de su teléfono.
—¡Deja ya el teléfono en paz, hermano! ¡Estás fuera de la realidad! —le dice su amigo, enfadado, esperando que el otro guarde el aparato.
—¿Tienes algún problema conmigo? Yo hago lo que quiero con mi teléfono. ¿Qué te pasa?
—¿Has venido al ITO para seguir prendido del teléfono? Realmente eres bizarro...
—Mis padres me hicieron venir. Si fuera por mí, no hubiera venido —dice el internauta, mientras sigue manipulando el teléfono.
—¡Vuelve a la realidad! ¡Deja lo virtual! Se te ha olvidado lo que es la vida, la normalidad.
—Eso mismo quisiera yo... Pero, desde hace un par de años olvidé la contraseña. Ya no sé cuál es la contraseña para acceder al mundo real.
La respuesta del chico es algo que existía de antes, incluso circula por internet como broma. Sin embargo, el caso es real.
Ha pasado un año. Estamos en 2018. Tenemos el privilegio de ser contemporáneos con el Centenario de la Gran Unión Rumana, de vivir este año 2018, de meditar en lo que ocurrió hace 100 años en el territorio de nuestra patria. En la Primera Guerra Mundial, más de 800,000 rumanos perdieron la vida. ¿Para qué? ¿Qué fue lo que los hizo luchar y ofrendar su vida por su país? En nuestro caso, ¿tenemos algún deber para con ellos? ¿Cómo nos ven desde el sitio en donde están ahora? Luego, ¿qué podemos aprender de esos años, 1916–1918, tan duros, pero que llevaron a la realización del sueño de los rumanos, la Unión, el suceso más importante de nuestra historia? Estas son algunas de las preguntas que el ITOM Iași 2018 desea responder.
Un nuevo encuentro para los jóvenes, una nueva experiencia y un nuevo intento, para muchos de nosotros, de “encontrar la contraseña” o de recordarla. El ITOM es también un ejercicio para conocer la contraseña que nos da acceso a la Vida, a la historia de nuestro pueblo y a nosotros mismos. Sí, que esta última afirmación no nos asombre. Hay personas que tarde se dan cuenta de que han estado ausentes de sus propias vidas. Han vivido de una forma tal, que no han tenido la ocasión de encontrarse consigo mismas. Algunos están ausentes de sus propias familias; otros, de la vida de su nación o de la Iglesia en la que fueron bautizados y en donde recibieron un nombre. De cualquier modo, todo esto está vinculado entre sí: la vida personal, la familia, la nación y la Iglesia. El ITOM es un intento conjunto de sanarnos de la enajenación.
Archim. Nicodim Petre