Abrazar la Ortodoxia es abrazar la fe del Evangelio
La Ortodoxia es la verdadera novia de Cristo, “sin mancha o arruga, o cualquier otra cosa semejante, sino que es santa y pura”. Esta es la Santa Iglesia de Dios, Su única Iglesia.
Abrazar la Ortodoxia no significa otra cosa que abrazar la fe del Evangelio en su claridad inicial, en tanto que, negarla y renunciar a ella no es sino negar y renunciar al cristianismo en su totalidad.
La Iglesia Ortodoxa es la única que, como un fiel guardián de la fe evangélica, “jamás ha cambiado algo de ella, ni quitando, ni agregando”; “ni ha cortado nada esencial, ni a reunido lo secundario, ni ha perdido nada que le fuera propio, ni ha emprendido algo ajeno, sino que siempre ha permanecido sabia y fiel a aquello que heredó”, porque sabe que en la fe que le fuera dada para siempre no está permitida ni la más ínfima modificación, ni aunque fuera realizada por algún “ángel del cielo”, mucho menos cualquier hombre terrenal, mentiroso y pecador...
La Ortodoxia es la verdadera novia de Cristo, “sin mancha o arruga, o cualquier otra cosa semejante, sino que es santa y pura”. Esta es la Santa Iglesia de Dios, Su única Iglesia, “la verdadera Iglesia Universal, que lucha en contra de todas las herejías. Puede que luche sin cesar. Pero jamás será vencida. Aunque de ella hayan brotado todas las herejías y cismas, como retoños inútiles, cortados de la vid misma, ella persevera desde su raíz, en su unión con Dios”. Quien la sigue a ella, a Dios Mismo sigue; quien la obedece a ella, obedece a la voz misma de Dios. Quien no le obedece y no se le somete, se vuelve pagano.
(Traducido de: Pavel de Ballester, Episcop de Nazianz, Convertirea mea la Ortodoxie – mărturia unui călugăr franciscan, Editura Nepsis, 2010, pp. 74-75)