Acatisto a la Santa y Piadosa Parascheva
Cada año, el 14 de octubre, los cristianos ortodoxos de todo el mundo celebramos a una de las santas más queridas, tanto por su propio ejemplo de vida como por los incontables milagros que, a través de los siglos, ha obrado y sigue obrando para quienes con fe le piden su intercesión. Estamos hablando de Santa Parascheva (también llamada Paraskeva o Paraskevi), cuyas santas reliquias se hallan en la ciudad rumana de Iași. Este Acatisto es una forma de presentarle nuestra humilde ofrenda de oración.
Acatisto a la Santa y Piadosa Parascheva
Oraciones iniciales
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Gloria a Ti, Nuestro Dios, gloria a Ti.
Señor, Rey del Cielo, consuelo nuestro, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y que llenas todo. Tesoro de bien y Dador de Vida, ven y vive en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Señor, perdona nuestros pecados. Soberano nuestro, absuelve nuestras faltas. Oh, Santo, observa y sana nuestras debilidades, por tu Santo Nombre. Amén.
Señor, ten piedad (3 veces).
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea Tu Nombre. Venga a nosotros Tu Reino, hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Tropario, tono IV
En ti, oh Madre, con celo se redimió lo creado a semejanza de Dios, porque, tomando la Cruz, a Cristo decidiste seguir, y con tus obras le enseñaste a desdeñar la materia, porque es efímera, y a cuidar el alma, que es inmortal. Por eso, con los ángeles se regocija, oh Piadosa Madre Parascheva, tu espíritu.
Himno primero
A nuestra muy Piadosa Madre, la muy misericordiosa Parascheva, presentemos una ofrenda de humildad, nosotros, indignos pecadores, por todas sus intercesiones. Porque han sido grandes los dones que nos ha concedido, desde el inagotable manantial de bondades de nuestro Salvador. Por eso, cantémosle: ¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Verso primero
Recibiendo con loas tu casto espíritu desde las moradas terrenales, los ángeles con gozo te coronaron por tus virtudes. Porque, portadora siendo de lo femenino y su debilidad, supiste vencer las fuerzas del enemigo con sabiduría. Por todo esto, te cantamos:
Regocíjate, sapientísima virgen;
Regocíjate, tórtola que dialoga;
Regocíjate, alma angélica en cuerpo de doncella;
Regocíjate, noble mediadora ante el Señor;
Regocíjate, consuelo de la humanidad;
Regocíjate, mitigación del sufrimiento;
Regocíjate, fuerte esperanza nuestra;
Regocíjate, pilar de los fieles;
Regocíjate, puerto apacible y sereno;
Regocíjate, ejemplo de devoción;
Regocíjate, luz de los ignorantes;
Regocíjate, amparo de los desesperados;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno segundo
Así es como recompensa las victorias el Rey de todo el orbe. Así es como la mano de la incorpórea Providencia fortalece a la humanidad, cuando esta abraza con fe todos Sus preceptos redentores. Por eso, apartémonos de toda maldad. ¿Hasta cuándo viviremos en pecado? Señor, fortalece nuestros corazones, para que te podamos exaltar con virtud, entonando el cántico de los ángeles: ¡Aleluya!
Verso segundo
Muy venerable doncella, en ti confiamos, en ti, que tantas veces has traído el auxilio de los santos y los ángeles a nuestras terrenales pruebas; sé ahora también para nosotros una pronta auxiliadora, porque te hiciste digna de entrar en la casa del Novio con una lámpara luminosa, tal como nos lo enseñara nuestro Señor Jesucristo, y acepta este canto:
Regocíjate, perla admirable de nuestro tesoro;
Regocíjate, flor perpetua de la Iglesia de Cristo;
Regocíjate, sólido cimiento de la cristiandad;
Regocíjate, dote de las vírgenes y plegaria a la Madre de Dios;
Regocíjate, que obedeces a los sacerdotes piadosos;
Regocíjate, ágil socorro de los forasteros;
Regocíjate, ferviente consoladora de los perseguidos;
Regocíjate, compasiva preceptora de las viudas;
Regocíjate, vencedora de los enemigos;
Regocíjate, protectora de todos los que invocan tu auxilio;
Regocíjate, bienhechora de las almas;
Regocíjate, salud de las heridas del cuerpo;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno tercero
En ti siempre ponemos nuestras esperanzas; de muchas enfermedades y problemas has librado a nuestro país, consolando y mitigando la justa ira de Dios hacia nosotros, transformándola en una benévola y misericordiosa compasión, por medio de tus oraciones. Por eso, ahora, aterrándonos grandes tribulaciones, nos dirigimos a ti con nuestras lágrimas y te pedimos que nos ayudes a librarnos de las aflicciones, para que podamos cantarle a Dios: ¡Aleluya!
Verso tercero
La ciudad de Epivates, viendo la honra florecer de entre sus hijos, con alegría te acogió, piadosísima, encomiándote con gran devoción. Y nosotros, quienes tiempo después tuvimos el honor de recibir tus santas reliquias, ¿cómo podríamos proclamar suficientemente tus milagros? Por eso, te cantamos así:
Regocíjate, luz de Moldova;
Regocíjate, patrona de Epivates;
Regocíjate, mentora de tus padres;
Regocíjate, porque despreciaste las riquezas del mundo;
Regocíjate, porque atesoraste dones celestiales;
Regocíjate, porque no aceptaste portar ricos vestidos;
Regocíjate, porque honraste el atuendo de la humildad;
Regocíjate, enmienda del orgullo;
Regocíjate, gloria de la castidad;
Regocíjate, báculo de los ancianos;
Regocíjate, castigo de los enemigos;
Regocíjate, piedad de los pobres;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno cuarto
Santísima María, Madre de Dios, acepta las modestas plegarias que nosotros, indignos, te presentamos con nuestra santa mediadora, para el perdón de nuestros pecados, y concédenos la paz y la inmensa misericordia de tu Hijo, a Quien cantamos sin cesar: ¡Aleluya!
Verso cuarto
A aquella que dignamente y con fe se hizo continuadora de la palabra de Dios y quien por su piedad recibió el don de las sanaciones y la recompensa celestial, oyendo la voz del Señor decirle: Sierva buena y fiel, entra ahora a la felicidad de tu Señor, te ofrecemos este canto:
Regocíjate, semilla que da frutos;
Regocíjate, laboriosa con el cuerpo;
Regocíjate, alimento espiritual;
Regocíjate, oro acrisolado;
Regocíjate, fuego que arde la cizaña;
Regocíjate, tierra fecunda;
Regocíjate, fruto de la contrición;
Regocíjate, mitigación de los malos pensamientos;
Regocíjate, disipadora de tormentas;
Regocíjate, proveedora del maná;
Regocíjate, dadora de consuelo;
Regocíjate, mediadora de todos los cristianos ante el Señor;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno quinto
Extenuados por la carga de los pensamientos terrenales, nos hemos despertado llorando como unos miserables, porque no tenemos a dónde dirigir nuestras esperanzas para obtener un poco de paz, conscientes de nuestras propias faltas. Sabiendo que no hemos hecho nada digno de la salvación, y temerosos de terminar como la higuera estéril, con lágrimas nos postramos ante ti, oh Santa Parascheva, clamándote: Apiádate de nosotros, para que contigo podamos elevar a Dios un canto de salvación: ¡Aleluya!
Verso quinto
¿Quién podría dejar de exaltarte, oh Piadosa, cuando te hiciste digna de mitigar, con tu abnegación, el ímpetu del cuerpo y alcanzar la salvación del alma con la inefable honra de la grandeza divina? ¿O quién no te habría de ensalzar, sabiendo que venciste con tu heroica mente los ardides del astuto, avergonzándolo? Por eso, acepta nuestro cántico:
Regocíjate, baluarte de la victoria;
Regocíjate, umbral de la salvación;
Regocíjate, protectora de la fe;
Regocíjate, aposento del tesón;
Regocíjate, imagen de la bondad;
Regocíjate, defensora de la Cruz;
Regocíjate, que con dignidad la veneraste;
Regocíjate, que con su auxilio te hiciste vencedora;
Regocíjate, que por ella te hiciste discípula de Cristo;
Regocíjate, bello brote de la coronación;
Regocíjate, triunfante sobre el dominio del infierno;
Regocíjate, heredera de la grandeza celestial;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno sexto
¿Cómo podríamos cantarte debidamente o con qué palabras podríamos exaltar la esplendidez de tus actos, nosotros, que somos indignos? Porque ni nuestra fe ni nuestros actos podrían asemejarse a tus piadosísimas obras; pero, declarando nuestra debilidad, te pedimos que nos ayudes e intercedas ante Dios para que reciba este cantar nuestro: ¡Aleluya!
Verso sexto
Indescriptibles dolores nos inundan y no esperamos que nadie acuda a socorrernos; todos nos han abandonado, y hasta los placeres que antes nos deleitaban ahora se han puesto en nuestra contra. ¡Ay de nuestra miseria! No nos queda más esperanza que la misericordia de Dios y tu santo auxilio. Por eso, te pedimos que nos ayudes, sanándonos, para que podamos cantarte:
Regocíjate, remedio para el dolor;
Regocíjate, manantial de sanaciones;
Regocíjate, refugio protector;
Regocíjate, rayo de consuelo;
Regocíjate, proveedora de bondades;
Regocíjate, mitigadora de la fiebre;
Regocíjate, protectora ante la enfermedad;
Regocíjate, liberadora de los temerosos;
Regocíjate, pavor de los agravios;
Regocíjate, veladora infatigable;
Regocíjate, estrella luminosa;
Regocíjate, escalera a la redención;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno séptimo
“Ven, Señor, y sana a Tus sufrientes siervos”, dice la Muy Piadosa, orando sin cesar, “porque no tienen amparo ni consuelo”. Nuestros días son difíciles, pero, habiéndonos salvado, alegrémonos y postrémonos ante Dios, arrepintiéndonos y cantando: ¡Aleluya!
Verso séptimo
Nuestras maldades y la multitud de injusticias que le hemos causado a nuestro prójimo hoy nos condenan y no sabemos qué respuesta daremos el Día del Juicio, en donde todos nos acusarán y se alzarán en contra nuestra para castigarnos. Pero tú, oh clementísima Madre, que escuchas nuestro testimonio, pídele al Señor que transforme ese estado nuestro de condenación en bondades, arrancando de los corazones de nuestros enemigos toda maldad, para que podamos glorificarte con cánticos como este:
Regocíjate, mediadora de los pecadores;
Regocíjate, benefactora de los perseguidos;
Regocíjate, rectificadora de los jueces injustos;
Regocíjate, testigo de los difamados;
Regocíjate, liberadora de los juzgados y condenados;
Regocíjate, muro contra las pasiones;
Regocíjate, desprecio de los que buscan sólo su propio provecho;
Regocíjate, frustración de los emisarios del mal;
Regocíjate, mitigación de los poderosos;
Regocíjate, socorro de los desfavorecidos;
Regocíjate, aniquiladora de maldades;
Regocíjate, surtidora de misericordia;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno octavo
Cantándote, nos serenamos, nos alegramos y nos regocijamos; nuestras almas saltan porque nuestros enemigos ya no podrán reírse de nosotros. Y nuestro Dios no nos abandonará hasta el final, por tus oraciones, Piadosísima, sino que, enviando Su misericordia sobre todos, como es habitual, también nosotros, que somos indignos, participaremos de Sus bondades, cantando juntos a Dios: ¡Aleluya!
Verso octavo
A todos les hablaremos de tus milagros y cantaremos en tu festividad, porque es nuestro deber presentarte nuestra gratitud: gloria a tu exaltación, gloria a la paciencia que te coronó, esmerándote en la fe; gloria a la perseverancia que mostraste al seguir a Aquel que ama a la humanidad. Por todo esto, te exclamamos:
Regocíjate, novia espiritual;
Regocíjate, corona de la verdad;
Regocíjate, báculo de la victoria;
Regocíjate, gloria de los monjes;
Regocíjate, consejera de los monasterios;
Regocíjate, honra de los piadosos;
Regocíjate, custodio de los eremitas;
Regocíjate, memoria de los siglos;
Regocíjate, misionera de la fe correcta;
Regocíjate, devastación de las herejías;
Regocíjate, obtención de la gloria divina;
Regocíjate, discípula de la Palabra celestial;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno noveno
Con gozo ensalcemos a la santa benefactora de los necesitados, a la venerable Parascheva, que alcanzó la integridad de la vida eterna; por esa gloria fue que obtuvo también el don de los milagros, con el mandato de Dios, cantando: ¡Aleluya!
Verso noveno
Los artífices del mal, siendo reprendidos por ti, se asustan viendo la gloria de Dios —que también ha sido preparada para el hombre que se aparta del pecado— irradiando luz en ti, y viendo el infinito misterio de la imagen de la excelsitud sobre ti, Piadosa, que hoy brilla concediendo a los fieles los dones de la sanación. Por eso, ellos se avergüenzan, arrepintiéndose, y nosotros nos gozamos, cantándote:
Regocíjate, protectora nuestra;
Regocíjate, consejera;
Regocíjate, rectificadora;
Regocíjate, amparo ante el mal;
Regocíjate, fuente de buena fragancia;
Regocíjate, pavor de las fieras;
Regocíjate, erradicación de las plagas;
Regocíjate, disipadora de figuraciones;
Regocíjate, atenuación de las granizadas;
Regocíjate, dadora de la lluvia propicia;
Regocíjate, favorecedora de buenas cosechas;
Regocíjate, alegría de los labriegos;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno décimo
Jamás dejaremos de proclamar tus milagros, oh Piadosa, porque si tú no oraras por este pueblo que custodias con tus purísimas reliquias, ¿quién nos libraría de tantos peligros? ¿O quién mitigaría las dolencias que vienen a nosotros, por causa de nuestros incontables pecados? Así, contigo le cantamos a Dios: ¡Aleluya!
Verso décimo
Los muros de la casa de tus padres no fueron lo suficientemente fuertes ni bastantes para contener la grandeza de la decisión que acababas de tomar, prometiendo abrazar la vida del monasterio. Por eso, y apartándote de todo lo agradable y placentero del mundo, cambiaste tus ricos vestidos con los de una pordiosera, al correr a la iglesia para alejarte de tus padres, quienes te reprendían por tu determinación. Así, obteniendo lo más excelso con tu humildad, de todos nosotros escuchas estas palabras:
Regocíjate, rosa libre de los gusanos del orgullo;
Regocíjate, lirio florecido en el jardín de lo alto;
Regocíjate, tálamo de la pureza;
Regocíjate, trono señorial;
Regocíjate, cetro de los soberanos;
Regocíjate, defensora incansable;
Regocíjate, protectora invencible;
Regocíjate, reprensión de los que nos tientan;
Regocíjate, honra de quienes nos compadecen;
Regocíjate, fortaleza de quienes nos sirven;
Regocíjate, luz de los que nos consuelan;
Regocíjate, colaboradora de los que nos sustentan;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno decimoprimero
Estamos llenos de pecados, oh Compasivo Señor, y nuestras almas luchan pensando en el juicio, porque ¿qué haremos nosotros, pecadores, cuando repentinamente nos sobrevenga el momento final? Pedimos misericordia, Señor, piedad de nuestro Cristo, porque no tenemos cómo enmendarnos. No ignores nuestras oraciones y la contrición que siempre nos inunda después de pecar, y acepta, como prenda de nuestra buena voluntad y nuestro temor a Ti, esta plegaria, con la cual te presentamos a nuestra Madre Parascheva como intercesora, cantando con ella: ¡Aleluya!
Verso decimoprimero
Antes de nosotros, muchos pecadores han alcanzado la salvación, humillándose. Entonces, ¿cómo podríamos apartarnos de esa esperanza? Por eso, en ti confiamos, Piadosísima Madre, y sabemos que no seremos ruborizados y que no te apartarás de nosotros como de aquel pecador que fue sepultado cerca de ti, desconociéndose su indignidad, razón por la cual pediste en una visión que su cuerpo corrupto fuera llevado a otro sitio. Así, te pedimos: acepta nuestras oraciones y nuestras lágrimas, mediando por el perdón de nuestros pecados. Por eso, te cantamos:
Regocíjate, altísima modestia;
Regocíjate, virgen pura;
Regocíjate, tesoro de integridad;
Regocíjate, madre muy glorificada;
Regocíjate, humilde salvación;
Regocíjate, encomio de los honrados;
Regocíjate, consuelo de los desdichados;
Regocíjate, guía de los extraviados;
Regocíjate, mi buena consejera;
Regocíjate, mansísima mentora;
Regocíjate, alegría de las almas;
Regocíjate, pronto auxilio;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno decimosegundo
Indescriptible es nuestro alivio, sabiéndote a nuestro lado, como un don enviado por Dios a esta nación, porque ¿de qué enfermedades hemos sido atacados y no has venido a sanarnos? ¿O en qué aflicciones no nos has ofrecido tu aliento? ¿Cuántas veces no nos has ayudado en la necesidad, la persecución y la guerra? ¡En todo esto has hecho realidad la palabra del Señor en Su Evangelio! Por eso, obteniendo con humildad la altísima diestra del trono celestial, te cantamos: ¡Regocíjate! Y a Dios le presentamos esta alabanza celestial: ¡Aleluya!
Verso decimosegundo
Líbranos, Madre, de plagas, insectos y de toda maldad. Líbranos, Madre, del granizo y las tormentas. Líbranos, Madre, del tormento eterno y de la condena final. Haznos dignos de estar, por tus oraciones, a la diestra en el Día del Juicio, con la salvación de nuestras almas, protegiéndonos y proveyéndonos en paz hasta el último momento, para que te cantemos:
Regocíjate, laúd espiritual;
Regocíjate, clarín apostólico;
Regocíjate, cirio luminoso;
Regocíjate, rayo celestial;
Regocíjate, esperanza de la humanidad;
Regocíjate, temor de los demonios;
Regocíjate, sanación de las heridas;
Regocíjate, protectora ante todo mal;
Regocíjate, dadora de bondades;
Regocíjate, luz acogedora de Moldova;
Regocíjate, salvadora de Basilio Voivoda y otros piadosos;
Regocíjate, bienhechora mía, que soy un humilde pecador;
¡Regocíjate, Santa Parascheva, gran benefactora!
Himno decimotercero
Nos postramos ante Dios y veneramos tus santas reliquias, oh Piadosa Madre Parascheva, proclamando con fervor y cánticos todos los milagros, que, por la Gracia de Dios y para nuestra salvación, hemos recibido de ti. Acepta nuestra oración, oh Santa, y ven pronto en nuestro auxilio, para que podamos cantar con gozo tus obras y glorificar a Dios: ¡Aleluya! (Se repite tres veces).
Luego se repiten el Verso primero y el Himno primero.
Oración a la Santa Piadosa Parascheva
Señor y Dios nuestro, Tú, Quien ordenaste y todo fue creado, no vuelvas Tu rostro de nosotros, los pecadores, para que no venga sobre nosotros la terrible y sobrecogedora ira del dolor, que es el fruto de nuestras faltas, mismas que todo el día y sin medida, insensatamente cometemos. Somos pecadores, indignos y llenos de maldad, pero Tú eres la fuente de la vida y la misericordia. ¡No nos abandones, Señor! No dejes pasar nuestra oración, aunque somos pecadores, y no nos retribuyas según nuestras iniquidades, sino que, viendo que no somos dignos de alcanzar esa piedad con nuestro esfuerzo diario, concédenosla Tú, como un compasivo y muy misericordioso.
Señor, por las oraciones de nuestra Piadosa Madre Parascheva, danos salud y una vida libre de todo mal, fortaleciéndonos con Tu soberano Espíritu, para que, desde lo profundo de nuestros corazones, con alegría alabemos Tu santísimo Nombre, por los siglos de los siglos. Amén.