El miedo es un pecado muy grande. A muchas personas, el miedo les impide venir a Cristo, o convertirse, o ser más buenas. Les da miedo. En vano tenemos grandes cualidades, hermosas virtudes… Si nos falta el coraje, el valor, nada de eso nos sirve, porque todo no es más que un un desperdicio. El valor es la virtud esencial, en cuya ausencia todo lo demás se pierde. Si quieres ser libre, tendrás que saber pagar por ello. Si quieres ser libre, no debes temerle a la muerte...

En lo que respecta al acercamiento con Cristo, la prueba que nunca miente, el criterio definitivo, es la buena disposición. Condición absolutamente necesaria: conseguir abrirse camino entre la tentación más común y perfectamente manifestada en dos expresiones populares: llorar sin consuelo y permanecer como una pava bajo la lluvia.

Lo mejor es no sentir ninguna atracción por tales “roles”. ¡No rindas homenaje al sufrimiento, permitiéndote recordarlo y revivirlo! Más bien supéralo, transformándolo en una conciencia no engañada de la realidad y en una dicha audaz. Solamente ese estado de una felicidad valiente demuestra que eres del Señor.

(Traducido de: Arhimandritul Arsenie Papacioc, Despre izbăvirea de întristare, Editura Elena, Constanța, 2013, pp. 63-64)