Palabras de espiritualidad

¡Agrádecele a Dios por tus hijos!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Lo que deben hacer es ponerse de rodillas y llorar de agradecimiento, alabando a Dios por haberles dado esos hijos. ¡Que Él los libre de cualquier desdicha, porque eso sí que sería de lamentar...!”

El padre Epifanio era duro con quienes le buscaban sólo para quejarse de las pequeñas faltas de sus hijos, y les decía: “Lo que deben hacer es ponerse de rodillas y llorar de agradecimiento, alabando a Dios por haberles dado esos hijos. ¡Que Él los libre de cualquier desdicha, porque eso sí que sería de lamentar...!”.

Si venía algún padre y se quejaba de que sus hijos eran difíciles e irascibles, le decía: “¿Es que hay, actualmente, algún hijo sumiso? ¿Por qué quieres que los tuyos sean la excepción?”. Si aquel padre insistía, entonces el padre le ponía un cánon para tranquilizarle: “Si sigues lamentándote, te voy a dar, como canon de penitencia, que hagas doscientas postraciones diarias, porque tus quejas empiezan a rayar en la ingratitud”.

Recuerdo ahora las palabras de la presbítera Alejandra, cuando conversaba con algún padre de familia con semejante e insustancial problema: “¿Pero qué esperabas? ¿Engendrar ángeles? ¡Son hijos lo que traemos al mundo!”.

(Traducido de: G. Spiliotis, Părinții duhovnici și copiii. Educația tinerilor în conformitate cu învățătura Sfinților Părinți ai Bisericii noastre, traducere de Ilioniu Georgeta Mariana, Editura Egumenița, Galați, 2006, p. 36).