Agradezcámosle a Dios por nuestros hijos
“¿Conoces algún niño que sea dócil y sumiso? ¿No? Entonces ¿por qué quieres que tus hijos sean una excepción?”.
Con aquellos padres que lo buscaban para lamentarse de los infantiles desaguisados de sus hijos, el padre era muy severo: ‟Sean agradecidos y alaben a Dios por haberles dado los hijos que tienen. Arrodíllense y, entre lágrimas, preséntele su gratitud. No sea que suceda algo inesperado, y entonces sí querrán buscar a Dios…”
Si algún padre o alguna madre se quejaba porque sus hijos eran difíciles e irascibles, le decía: “¿Conoces algún niño que sea dócil y sumiso? ¿No? Entonces ¿por qué quieres que tus hijos sean una excepción?”. Si la persona insistía con sus quejas, el padre le decía, con tono de advertencia: “Si sigues lamentándote de esa manera, te voy a poner un canon de 200 postraciones diarias, porque tus quejas empiezan a rayar en la ingratitud”.
Recuerdo ahora las palabras de la presbítera Alexandra, cuando hablaba con algún padre de familia con el mismo “problema”: “¿Qué esperabas? ¿Engendrar ángeles? ¡Son niños…!”. (Padre Epifanio)
(Traducido de: G. Spiliotis, Părinții duhovnici și copiii. Educația tinerilor în conformitate cu învățătura Sfinților Părinți ai Bisericii noastre, traducere de Ilioniu Georgeta Mariana, Editura Egumenița, Galați, 2006, p. 36).