Al llevar nuestra cruz, acordémonos de la de nuestro Señor Jesucristo
La cruz debe ser cargada sin quejarnos. Debemos llevar nuestra cruz con Cristo, y no con otro sentido que no sea el del Gólgota.
Reconozcamos juntos que cada uno de nosotros debe cargar una cruz: algunos, la cruz del matrimonio; otros, la cruz de la vida en soledad. Además, hay quienes cargan con la cruz de la enfermedad, o cualquier otra cruz, como la de una tristeza. La cruz debe ser cargada con alegría. La cruz debe ser cargada sin quejarnos. Debemos llevar nuestra cruz con Cristo, y no con otro sentido que no sea el del Gólgota.
Nuestro Señor Jesucristo Mismo aceptó ser clavado en una cruz: eso es lo que tenemos que imitar. Dios quiere que carguemos nuestra cruz hasta el Gólgota. Él Mismo lo hizo, ¿por qué no habríamos de hacerlo nosotros? Y Su cruz no era ligera, sino la más pesada de todas, porque encerraba todos nuestros pecados, los de todos los hombres de todos los tiempos. Y a nosotros nos corresponde cargar solamente la cruz de nuestros propios pecados, mismos que fueron redimidos por nuestro Señor Jesucristo.
(Traducido de: Preotul Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăși pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 16)