Algunas indicaciones para la oración en casa
Si sientes que hay un sentimiento encendiéndose fuertemente en tu interior, detente en él y haz algunas postraciones, dejando el libro a un lado.
Al practicar tu regla de oraciones, no lo hagas sólo por cumplir con un deber, sino para despertar y fortalecer en tu alma el fervor por la oración, así:
a) Nunca las pronuncies deprisa, sino de alguna manera salmodiando; antiguamente, todas las oraciones pronunciadas eran extraídas de los Salmos, por eso es que no se hablaba de “pronunciar” o “enunciar”, sino de “cantar” las plegarias;
b) Intenta penetrar en el sentido de cada palabra, de tal forma que no solamente la idea de lo que digas nazca en tu conciencia, sino que también se despierte el sentimiento correspondiente;
c) Para evitar el impulso de hacer tus oraciones rápidamente, organízate para no leer una tras otra, sino que dedícate un cuarto de hora, media hora, una hora... como lo haces siempre. Después, no olvides las demás que tienes que hacer y, si llegado el momento, no sientes el anhelo de continuar, detén la lectura;
d) Habiendo conseguido esto, no te fijes en el reloj, y permanece en este estado;
e) Para estimular el movimiento del sentimiendo de oración, cuando tengas algo de tiempo libre vuelve a leer y a examinar las oraciones que forman parte de tu regla. Con esto, cuando tengas que recitarlas al cumplirla, sabrás qué sentimientos se han de despertar en tu corazón;
f) Nunca leas tus oraciones “de un tirón”, sin parar. Al contrario, detente de cuando en cuando para elevar una plegaria personal, hacer postraciones, etc., tanto al comenzar a orar como al terminar. Cuando sientas que hay algo que llega a tu corazón, detén la lectura y haz algunas postraciones. Esta última regla es la más necesaria y la más beneficiosa para la formación del espíritu de oración... Si sientes que hay un sentimiento encendiéndose fuertemente en tu interior, detente en él y haz algunas postraciones, dejando el libro a un lado... Luego podrás continuar, procediendo del mismo modo, hasta terminar con toda tu regla de oraciones.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înţelepte, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 20)