Algunas recomendaciones para orar mejor
“El secreto de la oración es aprender a orar en secreto”.
1. Debido a que la mayoría de los que dicen orar no son, de hecho, verdaderos practicantes de la oración, sino simples “repetidores de plegarias”, es necesario recordar que “la oración es el díalogo de la mente con Dios”, con la Madre del Señor o con los santos. Esto significa que la oración es verdadera solamente cuando nos identificamos con lo que estamos pronuciando o pensando, apropiándonos de ello, como las fórmulas de oración que sabemos de memoria o que leemos en los libros de oraciones. Hagamos nuestras las oraciones que nuestra Santa Iglesia nos da. Que broten desde nuestra propia alma.
2. Debemos ser conscientes de que no es suficiente con asistir a la Divina Liturgia, sino que debemos participar activamente en ella, haciéndonos servidores en la medida de nuestras posibilidades, tanto en nuestra calidad de miembros de la Iglesia, como en lo que se refiere a nuestro estado espiritual. En consecuencia, no olvidemos que en la Iglesia no sirven solamente los jerarcas, los sacerdotes, los diáconos y quienes cantan, sino todos los fieles que están presentes, en la medida de sus posibilidades.
3. Dejemos que los textos de los oficios litúrgicos nos impregnen, meditando en ellos para podernos gozar de su contenido. No es suficiente con repetirlos o aprenderlos de memoria, sino que es necesario meditarlos y descubrir los tesoros espirituales que encierran.
4. Practiquemos la oración incesante, entendida como la repetición constante de la oración: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”, hecha con la mente unida al corazón, como una experiencia vital para gloria de Dios y en servicio a Él. Que todo lo que hagamos sea como una oración, un servicio ofrecido a Dios. Un padre espiritual del Monasterio Agapia (Rumanía) recomendaba orar aún antes de cometer algún pecado, porque esa determinación y perseverancia podrían conseguir cambiarnos de idea y renunciar a materializar el pecado.
5. La constancia en la oración debe ser también motivo para analizarnos a nosotros mismos, encontrarnos con nosotros mismos y obtener un provecho de ello, trabajando en remediar lo que no esté bien, en pos de enriquecernos interiormente.
6. Alguien decía: “¡Ora como puedas, para llegar a orar como debes!”.
7. Unas palabras dignas de retener y practicar son aquellas de: “orando es como aprenderás a orar”. Solamente orando es posible avanzar en la oración. El que renuncia a la oración, renuncia a avanzar en ella.
8. “El secreto de la oración es aprender a orar en secreto”.
9. No olvidemos las palabras del padre Antipas Dinescu: “¡Respeta tu regla de oraciones, para no caer presa del demonio!”.
(Traducido de: Arhim. Teofil Părăian, Punctele cardinale ale Ortodoxiei, Editura Lumea credinței, p. 123-124)