Algunos aspectos de la infancia de San Jacobo Tsalikis
Un niño muy pobre, de 6-7 años, casi todo el tiempo descalzo, con la ropa llena de agujeros y retazos, pero siempre limpia, exageradamente delgado, era fácil de distinguir entre los demás infantes de su edad.
Los refugiados de Levissi, pero también algunos vecinos del lugar, desde que era pequeño se acostumbraron al comportamiento de Jacobo, aunque no lo comprendían del todo. Un niño muy pobre, de 6-7 años, casi todo el tiempo descalzo, con la ropa llena de agujeros y retazos, pero siempre limpia, exageradamente delgado, era fácil de distinguir entre los demás infantes de su edad.
Alto, serio, con la frente siempre en alto, la mirada clara, luminosa, nadie lo vio jamás jugar en la calle o pronunciar alguna palabra fuera de lugar. En la escuela, los demás niños, a veces sin mala intención, otras veces con ironía, le llamaban “abuelo”.
Su hermano, Jorge, y algunas otras personas que lo conocían bien, solían llamarle “el monje”. Poco tiempo después, cuando Jacobo tenía unos 10 años, muchos empezaron a decirle “padre Jacobo”, y a veces le besaban la mano, aunque él protestaba y hacía lo posible por evitarlo.
(Traducido de: Stelian Papadopulos, Fericitul Iacov Tsalikis, Starețul Mănăstirii Cuviosului David „Bătrânul”, Editura Evanghelismos, București, 2004, pp. 39-40)