Algunos consejos para alcanzar la salvación
Que no te interesen las cosas del mundo, siguiendo las palabras del profeta: “Mis labios pronunciarán sus nombres” (Salmos 16, 4).
Ante todo, sé paciente en todas las tentaciones que usualmente atacan al creyente, como las riñas, las ofensas, las murmuraciones falsas, los golpes, los insultos y la persecución.
No seas pronto para hablar ni presuroso para enfadarte o para reñir a los demás. Tampoco ames la vanagloria.
No seas inquisitivo, sino creyente.
Muéstrate todo el tiempo dispuesto a aprender de los demás y no pretendas aleccionarlos, porque esto último no te será de ningún provecho.
Que no te interesen las cosas del mundo, siguiendo las palabras del profeta: “Mis labios pronunciarán sus nombres” (Salmos 16, 4), porque aquel que habla con placer de los actos de los pecadores, despierta en sí mismo pasiones semejantes.
No seas ocioso en la lectura, sobre todo, del Nuevo Testamento. “Examinadlo todo, y quedaos con lo bueno. Evitad toda clase de mal” (I Tesalonicenses 5, 21). Recuerda que, incluso entre las cosas que tenemos permitidas, no todas nos son de provecho.
Cuando alguien venga a buscarte para conversar contigo, muéstrate sincero, tranquilo, hospitalario y humilde.
Huye del oro, sabiendo que lo que quiere es apropiarse de tu alma, además de ser el padre del pecado y siervo del demonio.
Huye de la saciedad y procura ser equilibrado en todo.
Haz mustio tu cuerpo con el esfuerzo, y con tu alma soporta las tentaciones.
Estudia las vidas de los santos y enciende tu alma para seguir su ejemplo.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, pp. 104-105)