Veamos algunos consejos que nos da San Juan Crisóstomo:

“Dile palabras de amor:.. De todas las cosas, lo que más honro y respeto es tu amor. No hay nada tan terrible y tan desagradable para mí, que estar lejos de ti. Y si tuviera que perderlo todo, si tuviera que atravesar las peores aflicciones, todo lo sufriría, todo lo soportaría, mientras tú estés bien.

Talvez ella te diga: No he malgastado nada de lo tuyo, porque aún tengo de lo mio, de lo que me dejaron mis padres.

Entonces, tú le responderás: ¿Qué cosas dices, buena esposa mia? ¿Aún tienes “de lo tuyo”? ¿Es que hay alguna expresión más desagradable que esa? ¿Cómo podrías tener algo propio, si ni tu cuerpo es ya tuyo? Desde la boda no somos más dos cuerpos, sino que hemos devenido en uno. No tenemos dos capitales, sino uno. Todo es tuyo, como también yo lo soy. Esto me lo aconseja el Apóstol Pablo, cuando dice que el hombre no es soberano de su propio cuerpo, sino su esposa. Y si no soy dueño ni de mi cuerpo, sino que tú lo eres, ¡con mayor razón los bienes son tuyos también!

No le hables nunca con banalidad, sino amistosamente, con respeto y con mucho amor. Apréciala y nunca necesitará buscar el aprecio de los demás... Hónrala más que a cualquier cosa y cualquier persona, por todo: por su belleza y su inteligencia. Elógiala. Hazle evidente el hecho que te gusta su compañía y que prefieres permanecer en casa, con ella, antes que salir. Que ella sea tu mejor amiga, y ama a los hijos que tengan juntos.”

(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, pp. 129-130)