Anhela a los santos, para que su devoción te arda
Si te pido que ores sin cesar y que ores bien, no creas que se trata de un asunto difícil de realizar. Te doy la clave de la simplicidad: ama a los que creen, aprende de su fe y de su misericordioso corazón, y anhela a los santos.
Cuando nuestra mirada se dirige a los santos y cuando meditamos en ellos, surge en nosotros el anhelo de vivir de forma similar. Vemos su fe, su familiaridad con Dios, su forma de vida tan simple, tan humilde, tan sufrida, pero feliz y llena de paz. Vemos que también ellos eran mortales y pecadores como nosotros, y que atravesaron las mismas etapas que nosotros. Ellos estuvieron en donde estoy yo ahora, aunque hoy están en el Paraíso.
Anhela a los santos. Anhelar y desear, en este caso, consiste en poner a alguien frente a mí de forma palpable y visible, por medio de mi mente, mi corazón y mi fervor. Se trata de introducir a ese “alguien” en mi vida. Así, háblale al santo, síguelo, anhélalo, hazlo tuyo. Pídele sus oraciones y todo lo que necesites. Usualmente, Dios nos otorga lo que le pedimos, por medio de los santos. Y hace esto para no estropear el equilibrio en el vínculo entre nosotros. Él actúa como lo haríamos nosotros en nuestras propias ocupaciones. Una depende de otra, y así es como cada quien participa de los carismas y oraciones del otro. […]
Que su devoción (la de los santos) te arda y consuma todo el pecado, la culpa, la maldad y lo mundano que haya en tu interior, de la misma forma en que el fuego calcina la leña.
En consecuencia, si te pido que ores sin cesar y que ores bien, no creas que se trata de un asunto difícil de realizar. Te doy la clave de la simplicidad: ama a los que creen, aprende de su fe y de su misericordioso corazón, y anhela a los santos. Y verás cómo después Dios se vuelve completamente tuyo.
(Traducido de: Arhimandrit Emilianos Simonepetritul, Avva Isaia, cuvinte ascetice, Editura Sf. Nectarie, p. 300-301)