¡Aprende a confiar más en Dios!
Piensa en cuánto nos ama Dios y abandónate a Su amor. Pero, insisto, jamás vuelvas a fiarte únicamente de tu propio esfuerzo.
Hubo un tiempo en el que me dediqué con gran esmero y sacrificio al trabajo ascético, tratando de orar cada vez más y por más tiempo. Un día, el padre Atanasio me preguntó:
—¿Oras mucho?
—Sí.
—¿Con alegría?
—Sí.
—Y si las circunstancias te lo impiden, ¿te sientes mal?
—Sí.
—Entonces, es que todavía no has aprendido a poner tu esperanza en Dios, porque confías solamente en tu propia oración y en tu propio esfuerzo. Escúchame: tienes que renunciar a todo ese sacrificio y a esa forma de elevar tus plegarias. En cambio, esto es lo que debes hacer: antes de acostarte y al levantarte, haz solamente cinco inclinaciones o postraciones, repitiendo estas palabras: “Por las oraciones de quienes me aman, ¡Señor, ten piedad de mí!” y no agregues nada más. De noche, después de orar así, al tenderte en tu lecho, pregúntate: “¿Con las oraciones de quién puedo contar? ¿Cuántos de quienes me rodean, me aman y oran por mí?”. Y abandónate a su amor, a su afecto. Piensa en cuánto nos ama Dios y abandónate a Su amor. Pero, insisto, jamás vuelvas a fiarte únicamente de tu propio esfuerzo.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie de Suroj, Făcând din viață rugăciune, Editura Sofia, p. 22-23)