Palabras de espiritualidad

Aprende a renunciar a los hábitos y a las cosas que te cansan y no te dejan encontrar la paz en tu hogar

  • Foto: Magda Buftea

    Foto: Magda Buftea

Aprende a descansar. El descanso más profundo te lo ofrece la oración. ¿Cuánto orar? ¡Ah, es que no tenemos tiempo! Anota en una hoja cuánto tiempo pierdes diariamente frente al televisor, con el teléfono, hablando de cosas inútiles, pensando en quién sabe qué. 

Madre, hace un momento dijo que hay momentos de crisis que en cualquier momento pueden estallar en el seno de la nueva familia. ¿Cómo puede hacer una, como mujer, para “desintoxicarse” cuando siente que se está quedando sin fuerzas?

—Las fuerzas se nos acaban por causa de nuestras pasiones. La pasión que más fuerzas consume es siempre la ambición. Entonces, si te decidiste a dar ese paso y te casaste, aprende a repetir diariamente: “¡Señor, ayúdame hoy a no tener ninguna ambición!”

El otro veneno es querer tener la razón. “¡Ayúdame, Señor, a negar mi propia razón!”. Si renuncias a la ambición y a tener la razón, no tienes cómo sentirte exhausta, sin fuerzas. El cansancio proviene de esa oposición: nos aferramos hasta con los dientes a nuestra forma de ver las cosas, queremos tener siempre la razón e imponer nuestro punto de vista. Esos son los venenos con los que venimos al matrimonio desde el hogar donde fuimos formados. Por eso es que necesitamos perdonar y desintoxicarnos primero. 

En consecuencia, tenemos que dejar a nuestro padre y a nuestra madre. Y no se trata de renunciar a ellos físicamente —aunque tampoco vamos a vivir con ellos en la misma habitación—, sino renunciar a las cosas que hemos heredado de ellos, como la forma en que mamá reacciona en determinadas situaciones, o el modo en que papá actúa en ciertos casos. “He visto que tales actitudes solo traen infelicidad a la familia. ¡Me comprometo a renunciar a esas cosas!”.

Después, aprende a descansar. El descanso más profundo te lo ofrece la oración. ¿Cuánto orar? ¡Ah, es que no tenemos tiempo! Anota en una hoja cuánto tiempo pierdes diariamente frente al televisor, con el teléfono, hablando de cosas inútiles, pensando en quién sabe qué. Sí, la oración nos da descanso. ¡Media hora, una hora de oración logra lo que tres horas de sueño profundo! ¡Tan fuerte es el descanso que nos da! 

¡Relájate y permanece tranquila! Aprovecha cada momento en que puedas darle serenidad a tu alma y descansa contemplando lo bello, como una flor. ¡Tenemos flores, las recibimos una y otra vez, pero no las admiramos! Todas esas cosas nos dan descanso; aprende a valerte de ellas y no volverás a sentirte sin energías.

(Fragmento de la conferencia sostenida por la madre Siluana Vlad, con el tema “El rol de la mujer en la familia y la sociedad”, el 8 de marzo de 2018, en Iași)