¡Aprende a renunciar a todo lo que te aleja de Dios!
Hazte de una mente humilde en todo lo que hagas, porque ella es la madre de la obediencia.
Esfuérzate, hermano, como un buen soldado de Cristo, mientras tengas tiempo, sabiendo que el fruto de tu afán no será una corona perecedera, sino el perdón de tus pecados y la vida eterna. Entonces, hazte de una mente humilde en todo lo que hagas, porque ella es la madre de la obediencia. Aparta toda duda y vístete con la fe, para que, viendo la persistencia de tu alma, el Señor te fortalezca. Aprende a detestar la pereza y las riñas, así como el desorden y la envidia, si por el Señor fuiste capaz de dejar a tus padres terrenales, tus amigos y tus bienes. Por el contrario, si desde el principio no haces sino multiplicar tus malos pensamientos, mucho es lo que habrás de sufrir.
(Traducido de: Sfântul Efrem Sirul, Cuvinte și învățături vol. 2, Editura Bunavestire, Bacău, 2008, p. 107)