Si alguien te insulta, no le guardes rencor. Si quien antes te ofendió se muestra amistoso contigo, no masculles con maldad. Háblale con educación y benevolencia, como si nada hubiera ocurrido entre ustedes. Aprende a vencer el mal con el bien, la maldad con la bondad, con la mansedumbre y la humildad. Y, al hablarle, no pienses: “vienes a buscarme después de haberme ofendido, como si no hubieras hecho nada... te desprecio, te rechazo, no eres digno de hablar conmigo... ahora es tu turno de sentir lo mucho que me dañaste”. No seas orgulloso y vengativo. No se te ocurra hablarle así, no sea que tu corazón de piedra termine enojando a Dios.

(Traducido de :Sfântul de Ioan Kronstadt, Viaţa mea în Hristos, Editura Sophia, Bucureşti, 2005, p.108)