Aprendiendo a obedecer a nuestros padres
Ellos deben ser para nosotros santidad, para poder recibir la bendición de Dios, para no infringir lo que Él dispuso. ¿Por qué? Porque, si no honramos a nuestros padres, no podremos tener hasta el final de nuestra vida la bendición (de Dios) y un camino correcto.
“La obediencia se aprende en el seno de la familia, que es donde más se practica. Si no somos obedientes a nuestros padres, en nuestro hogar, difícilmente podremos dedicarle nuestra vida a Cristo. Recordemos que fue por nuestra desobediencia que fuimos echados del Paraíso. Así, aprendemos a obedecer, cuando vemos lo que ocurre por nuestra desobediencia... Hemos destruido la vida en este mundo y la catástrofe nos amenaza. Por nuestra desobediencia, el mundo entero sufre. Luego, la desobediencia a los padres es algo que sigue a los hijos durante toda su vida. De joven, yo tampoco sabía que no debemos herir a nuestros padres, ni siquiera con nuestros pensamientos, ni enfadarnos con elos. Puede que nuestros padres sean pecadores, puede que sean malas personas, etc., pero, para nosotros, ellos deben ser santidad. Y, por lo que son, por su carácter y sus faltas, ellos responderán ante Dios, como por nosotros, sus hijos. Nosotros no respondemos por ellos. Ellos deben ser para nosotros santidad, para poder recibir la bendición de Dios, para no infringir lo que Él dispuso. ¿Por qué? Porque, si no honramos a nuestros padres, no podremos tener hasta el final de nuestra vida la bendición (de Dios) y un camino correcto.”
(Traducido de: Starețul Tadei, Pace și bucurie în Duhul Sfânt, Editura Predania)