Aprendiendo a orar con humildad
“Cuando te dispones a orar, ¿lo haces como si fueras a recibir tu jubilación, o como si fueras a pedir limosna?”
Es muy importante evitar caer en la autojustificación. Una vez caemos en ella, nuestro camino empieza a torcerse. Lo mejor, entonces, es retomar nuestros pasos y caminar, sin piedad, a la conciencia de nuestro propio estado de pecadores. El Señor recibe solamente a quienes vienen a Él con ese sentimiento de contrición, y les vuelve Su rostro a quienes se le acercan justificándose. Por eso fue que Él vino a salvar a los pecadores, y no a los justos (Mateo 9,13). “El Señor no desdeña un corazón contrito y humilde” (Salmos 50,18).
Sé de alguien que solía preguntar: “Cuando te dispones a orar, ¿lo haces como si fueras a recibir tu jubilación, o como si fueras a pedir limosna?”. Una pregunta muy sabia.
(Traducido de: Sf. Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Ed. Egumenița, 2008, p. 20)