Aquel que cultiva la virtud de la humildad...
Se aparta de toda honra terrenal y se considera a sí mismo el último de entre todos los seres.
El hombre humilde, al contrario, se aparta de toda honra terrenal y se considera a sí mismo el último de entre todos los seres.
Aunque parece modesto, es apreciado como eminente ante Dios.
Cuando cumple con los mandamientos de Dios, dice: “Soy sólo un siervo indigno”, convencido de que no ha hecho nada bueno y apresurándose a guardar las virtudes de su alma.
Pero Dios revela sus acciones y da a conocer a todos su virtuoso comportamiento, enalteciéndolo, haciéndolo fulgurar y cumpliendo con sus peticiones.
(Traducido de: Sfântul Vasile cel Mare, Despre îndeletnicirea cu smerenia, în vol. Învăţătură către fiul duhovnicesc, Ed. Mitropoliei Olteniei, Craiova, 2007, p. 39)