Así es como aprendemos a orar...
Debemos adquirir experiencia y alzarnos a Dios, para poder llegar al punto en que nuestra alma, sola y con sus propias palabras, pueda entrar en diálogo con Él en la oración, revelándole lo que hay en su interior y manifestándole sus anhelos.
Observemos, por ejemplo, cómo hacen muchos para aprender a hablar un idioma extranjero. Al comienzo aprenden palabras y distintas expresiones, tal como aparecen en los libros especializados. No obstante, los aplicados no se contentan con esto, sino que se afanan, con la ayuda de esos conocimientos básicos, en lograr, sin la ayuda de sus manuales—y en verdad que lo consiguen—, sostener una conversación larga y correcta en dicha lengua.
Lo mismo debemos hacer con la oración. Aprendemos a orar con el auxilio de nuestros devocionarios y libros de oración, esos que nos fueran legados por el Señor y los Santos Padres más expertos en la oración. Sin embargo, no debemos detenernos aquí: tenemos que seguir avanzando y después volver nuestra mente y nuestro corazón a Dios. Así, con la ayuda exterior, debemos adquirir experiencia y alzarnos a Dios, para poder llegar al punto en que nuestra alma, sola y con sus propias palabras, pueda entrar en diálogo con Él en la oración, revelándole lo que hay en su interior y manifestándole sus anhelos.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Știința rugăciunii, Editura Sophia, 2008, p. 53)