Asumir nuestra culpa ante Cristo, como pecadores que somos
«Confieso ante Ti, en este día de Tu Crucifixión, por la cual sufriste y asumiste la muerte en la Cruz por nuestros pecados, que yo soy el que te ha crucificado con mis incontables faltas y con todas mis maldades».
Dos aspectos que necesitan ser puntualizados en relación con la Crucifixión:
a) culpables: no solamente los saduceos, los fariseos y las autoridades romanas, sino también cada uno de nosotros.
La oración del viernes: «Confieso ante Ti, en este día de Tu Crucifixión, por la cual sufriste y asumiste la muerte en la Cruz por nuestros pecados, que yo soy el que te ha crucificado con mis incontables faltas y con todas mis maldades».
b) No se trata de un simple hecho histórico ocurrido hace dos mil años, sino de un acontecimiento que se repite permanentemente y a cada instante; se repite sin cesar, y si nuestros ojos supieran ver, en cualquier momento podrían presenciar ese atroz espectáculo lleno de perennidad y ubicuidad.
(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Jurnalul fericirii, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2005, p. 395)