¿Aún quieres seguir maquillándote?
"Así pues, si amas a Dios y le temes, si me respetas a mí también, tu confesor, a partir de hoy —cuando leas esta carta— dejarás de maquillarte."
Como padre espiritual, tengo el deber y la responsabilidad de guiar a mis hijos (espirituales).
Así, te aconsejo que de hoy en adelante dejes de pintarte la boca, las uñas y de ponerte maquillajes en el rostro, y que elijas permanecer tal y como Dios te creó. No pretendas ponerte en un sitio más alto que Dios, porque, cuando te llenas de carmines, lo estás insultando a Él. Es como si dijeras: «Dios no supo o no pudo crearme con los labios o las uñas rojas, y lo que Él no pudo hacer, mejor lo haré yo, para parecer más hermosa y para que los hombres y las mujeres sin mente me admiren, y todos me digan que soy una “mujer cautivadora”, moderna... no una anticuada». Sin embargo, haciendo esto entristeces a Dios y me entristeces a mí también, que soy tu padre espiritual, y además a todos aquellos que obedecen y le temen a Dios, porque, por el otro lado, estás alegrando al demonio y a los hombres y mujeres insensatos.
Así pues, si amas a Dios y le temes, si me respetas a mí también, tu confesor, a partir de hoy —cuando leas esta carta— dejarás de maquillarte.
Y empezarás a acicalarte el alma con la humildad, la piedad y las demás virtudes. Entonces Dios se alegrará, junto a los ángeles, la Madre del Señor y los santos, amparándote y haciéndote digna de entrar al Reino de los Cielos. Por el contrario, si te dejas llevar por la “moda” y por las mujeres “modernas”, como lo haces hoy, imitándolas al maquillarte, las imitarás también cuando empieces a fumar, a jugar cartas y a hacer otras cosas semejantes, que resultan repugnantes de tan sólo mencionarlas.
(Traducido de: Ne vorbește părintele Filothei Zervakos, Editura Egumenița, 2007, p. 98)