¿Ayudar al otro, pero poniéndole condiciones?
La necesidad, la carencia, esto es lo que nos debe saltar a la vista al encontrarnos con nuestro prójimo desvalido.
Quien quiera dar muestras de humanidad no tiene por qué pedirle cuentas a su hermano sobre su forma de vida, sino limitarse a satisfacer su necesidad, su carencia. La necesidad, la carencia, esto es lo que nos debe saltar a la vista al encontrarnos con nuestro prójimo desvalido. No tenemos por qué esperar nada de él.
El hombre generoso es un refugio para todos los que tienen necesidad, un albergue que recibe a todos los que se han extraviado, protegiéndolos de otros peligros. Buenos o malos, no importa quién o quiénes se hallen en peligro, que el generoso siempre tiene sus puertas abiertas para todos.
Entonces, cada vez que veamos a algún pobre o necesitado, no lo juzguemos ni le pidamos explicaciones, sino que pongámonos en acción para mitigar o hacer que cese su necesidad. ¿Para qué darle más vueltas? Dios no nos pide que rebusquemos más. Una cosa es juzgar, y otra compadecernos y ayudar a nuestro hermano.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cuvinte alese, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2002, p. 54)