He aquí por qué de la mujer debemos esperar bondad, equilibrio, responsabilidad y sinceridad. Estas son las características de la belleza espiritual.

¿Hay algo más bello que las estrellas del firmamento? No existe nada más blanco que ellas. Es imposible hallar ojos más brillantes que ellas. Cuando Dios creó las estrellas, hasta los ángeles las admiraron con fascinación. Pero nosotros, cuando las vemos cada noche, lo hacemos ya sin la perplejidad de la primera vez. Eso se llama costumbre. Disminuye el asombro y, en consecuencia, la admiración y la atracción. Piensen, ahora, cuán válido es esto para el caso de las mujeres. Y si alguna enfermedad afecta su belleza, todo se ha terminado. Por eso, de la mujer debemos esperar bondad, equilibrio, responsabilidad y sinceridad. Estas son las características de la belleza espiritual. No pretendamos tan sólo la belleza física. ¿Acaso no has visto cuántos se han destruido la vida, por buscar tan sólo una mujer bella? ¿Y has visto cuántos, uniéndose a una no tan bella, han vivido en felicidad?

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele Vieții, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, pp. 107-108)