¿“Bienaventurados los que lloran” en contradicción con “Alegraos siempre”?
Si alguien se dirige a sus semejantes con bondad y sinceridad, con amor y un gesto alegre, pero a la vez mantiene la compunción en su corazón, está demostrando que ambos estados pueden convivir perfectamente, el llanto y la alegría.
Un monje le preguntó a un anciano: «¿Cómo debemos interpretar las palabras de nuestro Señor, cuando dice: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”, en tanto que el Santo Apóstol Pablo nos ordena: “Alegraos siempre, y nuevamente os digo, alegraos”? ¿Cómo puede el hombre alegrarse y llorar a la vez? ¿Cómo reconciliar ambos estados y mantenerlos juntos, tanto el llanto como la alegría?».
El anciano le respondió: «El llanto es la preocupación por Dios y Sus mandamientos, y de este cuidado brota la contrición. De la contrición provienen el conocimiento, el ayuno, la oración y todo aprendizaje. Por su parte, la alegría es la paz en Dios y la mansedumbre. Si alguien se dirige a sus semejantes con bondad y sinceridad, con amor y un gesto alegre, pero a la vez mantiene la compunción en su corazón, está demostrando que ambos estados pueden convivir perfectamente, el llanto y la alegría».
(Traducido de: Proloagele, volumul I, Editura Bunavestire, p. 524)