Palabras de espiritualidad

“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El mundo considera dichosos a los que se alegran, mientras que a los que se lamentan, a los pobres y a quienes lloran, los tilda de infelices.

Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”. ¡Qué difícil nos resulta a nosotros, tan frívolos y terrenales, entender estas palabras! Según San Juan Crisóstomo, contradicen el criterio del mundo entero, que considera dichosos a los que se alegran, mientras que a los que se lamentan, a los pobres y a quienes lloran, los tilda de infelices. Sin embargo, el Señor llama felices a estos últimos, diciendo, “Bienaventurados los que lloran”, aunque todos los crean desgraciados.

Podemos llorar por muchísimos motivos. Pero aquí se llama “bienaventurados” no a los que lloran por cuestiones terrenales, porque también la maldad llora al verse impotente, el orgullo al ser humillado, y la vanagloria cuando es vejada... ¿Acaso son pocas las lágrimas derramadas en vano? Estas son lágrimas pecadoras, inútiles, dañinas para quien las derrama, porque provocan la muerte del cuerpo y del alma, como dice el Apóstol: “la tristeza producida por el mundo engendra la muerte” (II Corintioa 7, 10). Esta tristeza mundana muchas veces nos empuja al pecado mortal de la desesperanza.

La felicidad y el consuelo se otorgan, entonces, a quienes sufren. Y quienes servimos imperfecta e indignamente al Señor, merecemos, más bien, Su ira por nuestros pecados.

(Traducido de. Arhimandrit Ioan Krestiankin, Pregătirea pentru spovedanie, traducere Cristea Florentina, Editura Egumeniţa, 2014, p. 134)

 

Leer otros artículos sobre el tema: