Palabras de espiritualidad

Breve explicación de la naturaleza de los íconos ortodoxos

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El ícono es una auténtica ventana, por medio de la cual el hombre y Dios pueden verse frente a frente.”

Los íconos, tal como lo entendemos a partir de la etimología misma de la palabra (εἰκών, reflejo, representación viva), son imágenes o representaciones de la Santísima Trinidad, nuestro Señor Jesucristo, los santos o los ángeles. Los íconos embellecen nuestras iglesias y casas, no sólo debido a su condición estética, sino también a su carácter litúrgico, porque, al tratarse de imágenes sacras, nos dan el sentimiento real de la presencia de Dios o de los santos representados en ellos.

Por medio de los íconos, los hombres contemplan el Reino de Dios y entran en un diálogo directo con la divinidad, porque, como afirma el padre Dumitru Stăniloae, “el ícono es una auténtica ventana, por medio de la cual el hombre y Dios pueden verse frente a frente”.

Ya que son representaciones de algunas personas santas, los íconos no son realizados de una manera cualquiera, sino siguiendo criterios precisos, impuestos no tanto por las normas del arte y la cultura, como por la doctrina de la Iglesia. Estos criterios se hallan contenidos en la “Hermenéutica de la Pintura Bizantina” (de Dionisio de Fourna), que nos describe cómo deben pintarse las distintas escenas iconográficas o los rostros santos.

En la iconografía, el énfasis no se centra en la personalidad del artista, sino en la imagen del santo representado, porque lo que se busca es expresar de la mejor forma posible el significado del suceso pintado. Todo esto se entiende de mejor manera si recordamos que el ícono expresa, de forma visible y con la ayuda de los colores, la Palabra de Dios, lo que hace que, a lo largo de los siglos, el ícono haya recibido también la denominación de “Biblia de quien no sabe leer”.



 

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