No te acongojes en la lucha espiritual que libras con el enemigo invisible de nuestras almas y, aunque caigas herido mil veces cada día, no renuncies al esfuerzo, abandonando tu voluntad y tu juicio. Dios es bueno y compasivo, y no permitirá que tengas que enfrentar pruebas mayores a tus fuerzas, sino sólo aquellas que te sean útiles para que aprendas a esforzarte. Entre tanto, acostúmbrate a considerarte el último de todos.

(Traducido de: Sfântul Macarie de la Optina, Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, p. 132)