Breve relato de otro milagro de la Madre del Señor en el Santo Monte Athos
En ese momento, de la nada apareció una monja con un candil en la mano, quien empezó a caminar con dirección al monasterio, como invitando al padre Palaretos a seguirla.
Como miembro de la comunidad del Monasterio Pantokratoros, el padre Palaretos era el encargado del servicio postal del cenobio. Nunca se sirvió de algún animal de carga. Cada día iba y venía a pie desde Karyes, llevando y trayendo todo lo que le pedían los demás monjes, demostrando siempre una firme y decidida obediencia. Ese era su trayecto ordinario, día tras día, año tras año, sin importarle si era verano o invierno.
Un día del invierno de 1938, cuando volvía al monasterio desde Karyes, el padre Palaretos se vio sorprendido por una terrible tormenta de nieve, que le impedía avanzar y ver en dónde ponía los pies. Intentando dar al menos dos pasos seguidos, la noche lo sorprendió a medio camino. Entonces, el padre empezó a orar a la Madre del Señor “Stáretsa” (Gherontissa), patrona del monasterio, implorando su auxilio. En ese momento, de la nada apareció una monja con un candil en la mano, quien empezó a caminar con dirección al monasterio, como invitando al padre Palaretos a seguirla, cosa que este hizo sin dudar. Al poco tiempo se hallaban ya en la entrada del monasterio, sin que el padre pudiera explicarse cómo habían logrado avanzar entre la oscuridad y la nieve. Pero lo que más le sorprendió fue el hecho de que hubiera una mujer en el Santo Monte… ¡luego entendió que quien lo había salvado era la Madre del Señor “Stáretsa”!
Emocionado, el padre corrió a contarles a los demás monjes el milagro que acababa de ocurrir. Después, todos se dirigieron a la iglesia y empezaron a elevar oraciones de agradecimiento y loas a la Santísima Madre de Dios, la “Stáretsa” de Pantokratoros, por su amor y cuidado para con todos.