Palabras de espiritualidad

Cada persona tiene una misión en esta vida... ¡los santos son una prueba viva de ello!

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Si no conociera las vidas de los santos, muchas veces habría caído en la desesperanza; sin embargo, gracias a ellos me he llenado de más y más paciencia”.

El padre Sofronio solía decir: “Si no conociera las vidas de los santos, muchas veces habría caído en la desesperanza; sin embargo, gracias a ellos me he llenado de más y más paciencia”. Así, es de gran utilidad leer las hagiografías de nuestra Iglesia, porque en ellas encontramos las distintas experiencias y estadios de la vida espiritual. Y, cuando lleguemos a conocer esos estadios por nosotros mismos, los textos leídos nos servirán de sostén y confianza en el camino de la salvación. En los momentos de tentación, aún el conocimiento indirecto de la vida espiritual puede convertirse en fuente de consuelo, dándonos el coraje de decirle a Dios: “Señor, concédeme conocer todo esto por medio de la experiencia”. Esto es lo que Él espera de nosotros. En Su inmensa bondad y misericordia, el Señor no nos obliga jamás, porque no quiere forzar la libertad que Él mismo nos otorgó. Cristo nos ofrece Sus palabras y mandamientos redentores, pero nos deja a nosotros que los cumplamos y que hagamos un “experimento” para verificar Su verdad y perseverar en ella como la única ley de nuestro ser.

Una forma de efectuar este “experimento” es pensar en la obra de Dios para con el hombre, de la cual conocemos el gran honor que nos concedió al principio nuestro Creador. Empezaremos, así, a entender que el hombre estaba en el pensamiento de Dios desde antes de la creación del mundo (Efesios 1, 3-5) y que el Señor cuidó de él cuando estaba en el Paraíso y aún durante la terrible tragedia de su caída. Él nos entregó a Su Hijo Unigénito, Quien vino al mundo para redimir, con Su preciosísima Sangre, al hombre presa del pecado. Vemos, pues, a partir de la inefable oikonomia de Dios para con nosotros, lo grande y maravilloso que es el llamado del hombre.

(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, „Adu-ţi aminte de dragostea cea dintâi (Apoc. 2, 4-5)”. Cele trei perioade ale vârstei duhovniceşti în teologia Părintelui Sofronie​, Editura Doxologia, Iaşi, 2015, pp. 107-108)