¡Claro que se puede evitar discutir en familia!
Muchos malentendidos y riñas surgen cuando las personas se insultan recíprocamente. Con esto, se provocan dolor en el alma y, por eso, sufren.
Muchos malentendidos y riñas surgen cuando las personas se insultan recíprocamente. Con esto, se provocan dolor en el alma y, por eso, sufren. Una palabra pronunciada con amor puede hacer de un lobo, un cordero.
En familia tenemos que hablar con mucha calma. Me acuerdo de algo que pasó en la vida familiar del beato Agustín de Hipona. Su madre era una mujer muy humilde, en tanto que su padre tenía un temperamento muy irascible. A menudo, el padre encendía el fuego de las discusiones en el hogar y, cuando parecía que un escándalo de proporciones inimaginables iba a ocurrir, daba por cerrada la discusión. Las amigas de la mamá le preguntaban: “¿Cómo logras vivir en paz con tu esposo? ¡Todo el tiempo te trata mal, pero tú jamás le respondes como se merece!”. Y ella les respondió: “Cuando veo que mi marido se enciende en enojo y está por crear una situación desagradable en la casa, yo me dirijo a Dios y le pido: ‘¡Señor, concede un poco de Tu paz a esta alma tan cruel! ¡Hazlo humilde! ¡Solamente Tú sabes cómo lograrlo!’. Orando así con toda el alma, veo cómo se tranquiliza. Y en nuestra familia vuelve a reinar la paz”.
Hagan ustedes lo mismo y jamás se verán envueltos en ningún escándalo. ¡Conserven siempre la paz!
(Traducido de: Îndrumar creştin pentru vremurile de azi: convorbiri cu Părintele Ambrozie (Iurasov), vol. II, Editura Sophia, 2009, p. 255)