El temor se manifiesta, usualmente, en la noche. En consecuencia, es muy importante hacer que el sueño del niño sea agradable y sereno. Antes de acostarse, permanezcan con él un rato, háganle la Señal de la Cruz y bendíganlo. Háblenle suavemente, con dulzura. Cántenle alguna melodía para dormir o cuéntenle algo interesante y provechoso. Abrácenlo, bésenlo, háganle un “nidito” confortable, dénle permiso para que se duerma con su juguete favorito.

Si durante el día hubo algún malentendido, si tuvieron que reprenderlo por algo, ahora es el momento para explicarle por qué lo hicieron, para terminarlo todo con perdón. Antes de dormir, esa situación debe quedar resuelta.

Los padres ortodoxos enseñan a sus hijos a habituarse con la oración y con la Señal de la Cruz, de manera que el pequeño no se duerma sin antes haberse persignado. El niño sabe que es protegido, que no está solo: a su lado están el Señor, la Santísima Virgen Maria y su ángel custodio. La legión entera de Santos oran por él, por su mamá, por su papá y por todos los cristianos ortodoxos. ¡La bendición de Dios y de sus padres le protege!

(Traducido de: Dr. Dmitri Avdeev, Nervozitatea la copii și adolescenți, traducere din limba rusă de Adrian și Xenia Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2008, pp. 25-26)